domingo, 23 de agosto de 2015

MICROCOSTOS - entrega Nro. 12

Microemprendimientos de la economía social

En esta oportunidad, presentamos dentro de nuestra serie MICROCOSTOS, una conceptualización sobre las prácticas económicas en que se desenvuelven los  microemprendimientos.

Del texto:
GUÍA PARA EL MAPEO Y RELEVAMIENTO DE LA ECONOMÍA
POPULAR SOLIDARIA EN LATINOAMÉRICA Y CARIBE 
Autores:
José Luis Coraggio
María Inés Arancibia
María Victoria Deux

Grupo Red de Economía Solidaria del Perú – GRESP
Av. 28 de Julio 529, Lima 1 Lima – Perú
Telefax: (511) 4240324
E-mail: gresp@gresp.org.pe
Sitio web: www.gresp.org.pe
GRESP es miembro de la Red Intercontinental de Promoción de la Economía
Social Solidaria - RIPESS


Desde hace unos años, en varios países de América Latina y el Caribe se han llevado a cabo iniciativas orientadas a dimensionar y caracterizar la economía solidaria, realidad que, pese a su creciente importancia económica y social, no ha sido suficientemente mensurada, debido a la preeminencia que aún tienen, en el mundo académico y político, enfoques que postulan a la gran inversión como la única alternativa de crecimiento económico.
Bajo la forma de censos, mapeos o encuestas, tales iniciativas han sido impulsadas por movimientos sociales de economía solidaria que se han propuesto incidir en la esfera pública estatal para el reconocimiento y fomento de esta  ráctica económica; así como por organismos gubernamentales específicamente constituidos para su promoción, en países donde los gobiernos han mostrado voluntad política de cambios en el ordenamiento económico, o de procesos de crecimiento con inclusión social.
En ambos casos, estos actores han enfrentado de esta manera el reto de producir conocimientos sobre las contribuciones y potencialidades de los emprendimientos de economía solidaria, a fin de propiciar que los tomadores de decisión política puedan distinguir su viabilidad como estrategia de desarrollo equitativo y sustentable, y los réditos de su expansión y fortalecimiento, dado el vasto segmento de beneficiarios potenciales.
En un contexto de crisis global, y de llamamientos de organismos supranacionales a actuaciones concertadas en la implementación de políticas nacionales e internacionales que estimulen la recuperación económica y la generación de empleo, resulta estratégico animar la adopción de nuevos parámetros del desarrollo, con un sentido más autónomo y humano, y demostrar que existen maneras diferentes de producir, distribuir, consumir, financiar, desarrollar tecnológicamente, y acumular…”

Partimos de la definición sustantiva de Economía propuesta en Coraggio (2009): “el sistema de instituciones, valores y prácticas que se da en una sociedad para definir, movilizar, distribuir y organizar capacidades y recursos a fin de resolver de la mejor manera posible las necesidades y deseos legítimos de todos sus miembros (reproducción ampliada de la vida de todas y todos, e intergeneracionalmente)”.

Dentro de esa definición amplia, caben diversos esquemas de análisis del sistema económico.

1. Economía Mixta – Sistema Económico Mixto
Es el conjunto de recursos, capacidades e instituciones con que cuenta la sociedad para organizar, a través de actividades más o menos interrelacionadas o más o menos segmentadas, el proceso de producción, distribución, circulación, financiamiento y consumo, realizado en y desde un territorio determinado, articulando diversas formas de organización: pública estatal o empresarial, privada empresarial, y popular, así como sus posibles formas combinadas, a fin de resolver, de manera más o menos justa, la provisión de medios materiales para la atención de las necesidades y deseos de sus miembros.
Todas nuestras economías son economías mixtas, y pueden ser analizadas como compuestas por tres subsistemas, lo que supone articulación e interdependencia interna, o sectores, es decir simplemente conjuntos agregados de organizaciones con características comunes. Cada subsistema o sector, resultante de la agregación/articulación de las unidades socioeconómicas existentes en el territorio, opera dando un mismo sentido principal a la aplicación de aquellas capacidades, recursos e instituciones. Como se anticipó, ellos son:

- El sector de Economía Popular, que abarca las unidades domésticas (hogares o comunidades) y sus extensiones (asociaciones, mutuales y cooperativas, redes de cooperación, representaciones, etc), orientadas por la reproducción de las vidas de sus miembros, grupos y comunidades particulares en las mejores condiciones a su alcance y con criterios que pauta su cultura.

- El sector de economía empresarial capitalista: las empresas orientadas por la acumulación (crecimiento y reinversión) privada del capital3 de sus propietarios y sus organizaciones de representación, con una lógica intrínseca extractivista con respecto a la naturaleza, y explotadora con respecto al trabajo ajeno.

- El sector de economía pública: las empresas públicas y las entidades jurídico-administrativas del Estado, orientadas por una combinación de necesidades sistémicas, muchas veces en contradicción: el bien común, la legitimación estratégica de un sistema injusto, la gobernabilidad que requiere el capital para funcionar.

Las tres lógicas sectoriales son reconstrucciones del sentido que no se manifiestan siempre de manera pura en sus actores concretos, pudiendo ser que una misma organización económica hibride más de una orientación, o que dos o más sentidos entren en conflicto dentro de la organización misma. Sin embargo, partimos de la comprobación empírica de que, enfrentados a cada organización singular, es posible definir cuál es la orientación predominante, a lo que se agrega la posibilidad de establecer el sentido objetivo de sus acciones, en parte determinado por su posición y funciones dentro del movimiento de conjunto de la economía.
Los tres sectores tienen diverso grado y formas de articulación interna. La economía pública es la más organizada, jerárquica y burocratizada. En otro extremo está la Economía Popular, con núcleos y redes de articulación parcial pero básicamente inorgánica, altamente heterogénea y fragmentada.


2. Economía Popular
Aunque en la elaboración del instrumento de relevamiento vamos a concentrarnos en los emprendimientos autogestionados, es importante tener presente que la Economía Popular es mucho más que esos emprendimientos.
La Economía Popular puede definirse como el conjunto de recursos, capacidades y actividades, de las instituciones que reglan la apropiación y disposición de esos recursos en la realización de actividades de producción, distribución, circulación, financiamiento y consumo realizadas por los trabajadores, sus unidades domésticas (familiares y comunales), y las organizaciones específicas que se dan por extensión para lograr tales fines (emprendimientos unipersonales y familiares, redes de ayuda mutua, juntas con fines de gestión económica, cooperativas, asociaciones diversas), organizando los procesos naturales y las capacidades humanas con el objetivo de reproducir su vida y fuerza de trabajo en las mejores condiciones posibles. Esta economía opera a través de: a) la producción para el autoconsumo individual o comunitario, b) el trabajo asalariado, c) la producción para la venta, obteniendo mediante estos dos últimos ingresos que a su vez permiten el acceso a los productos del trabajo de otros, y d) la obtención de donaciones de diverso tipo, transferencias monetarias y subsidios de costos y precios respecto a los valores de mercado.
En las sociedades latinoamericanas, este sector asume la carga fundamental de gestión de las condiciones para la reproducción de la fuerza de trabajo y de la población a través de:

- El trabajo no remunerado de autosustento y cuidado humano que se realiza en los hogares.

- El trabajo familiar de producción de bienes o servicios para el intercambio no monetario (en
redes de trueque, en la comunidad, entre vecinos, etc.)

- La venta de fuerza de trabajo asalariada en el sector público o privado, el trabajo autónomo, y otras formas de trabajo a cambio de ingresos monetarios o en especies (jornaleros, peones, etc.)

- El trabajo familiar de producción de bienes o servicios para el mercado a cambio de la obtención de ingresos.

- El trabajo asociativo y autogestionado desarrollado en organizaciones formales o informales (cooperativas y asociaciones de diverso tipo: de productores, de comercialización, de abastecimiento de medios de consumo o de insumos, de financiamiento, de servicios colectivos, etc.) para producir bienes o servicios para el autoconsumo, para el intercambio no monetario o para su venta en el mercado.

Todas esas formas de actividad económica son interdependientes. No se podría entender los precios a los cuales siguen vendiendo muchos de los productores populares si no se tuviera en cuenta el trabajo para autoconsumo que “subsidia” a la producción para el mercado.7 El mercado de la producción popular puede ser local, regional, nacional o exterior, y sus demandantes pueden ser otros miembros de la Economía Popular (del mismo o diverso nivel de ingresos), empresas de capital o públicas. Otro tanto ocurre con sus fuentes de abastecimiento.
La célula elemental de la Economía Popular es la unidad doméstica, entendida como un grupo de individuos, vinculados de manera sostenida, que son --de hecho o de derecho, por relaciones de parentesco, afinidad o contrato-- solidaria y cotidianamente responsables de la obtención y distribución de las condiciones materiales necesarias para la reproducción inmediata de todos sus miembros. Una unidad doméstica puede abarcar o articular uno o más hogares, entendiendo por “hogar” el grupo que comparte y utiliza en común recursos o un presupuesto para la alimentación, la vivienda y otros gastos básicos.
Las unidades domésticas son la base de la Economía Popular. Los emprendimientos que pueden ser analíticamente diferenciados como organizaciones mercantiles están subordinados al conjunto de recursos y capacidades y a la lógica de la UD, así como a sus criterios de cálculo económico y organización del trabajo familiar, antes que a la lógica y criterios propios de una empresa de capital.
Sin embargo, así como las empresas son la forma prototípica de organización básica de la Economía Empresarial Privada, es usual tomar como la correspondiente forma prototípica de organización de la Economía Popular a los Emprendimientos Socioeconómicos Populares autogestionados por sus trabajadores, sean comunitarios, asociativos, familiares o individuales -a veces llamados “microempresas”-, cuyos fines no son el lucro sino la obtención de medios para la reproducción digna de la vida de sus miembros.

Una aclaración importante. En este trabajo se utiliza el término “mercantil”, que indica que la actividad se organiza estando orientada por la venta en el mercado y las condiciones que ello exige del producto y su precio, donde básicamente rige la ley de la oferta y la demanda y hay indiferencia respecto a las cualidades de los contratantes.
Sin embargo, el término más general es el de producción para el intercambio, es decir, no para el autoconsumo, pudiendo darse bajo la forma de venta en el mercado ya indicada, o de comercio, donde los términos del intercambio no sólo están regidos por la ley de la oferta y la demanda, sino también por las características culturales o sociales de cada contratante, de sus procesos de producción –por ejemplo respecto al medioambiente-, así como de sus relaciones no económicas, como es el caso del Comercio Justo. Esto incluye situaciones combinadas, donde los precios de mercado fijan un valor de referencia, pero los precios y criterios de calidad exigida de los productos diferencian estas transacciones de las del mercado. Finalmente pueden estar orientadas
a otra forma de intercambio: el trueque.

3. Economía Solidaria
Entendemos por Economía Solidaria el sector de la economía que se rige interna y externamente por relaciones de cooperación, intercambio, financiamiento y consumo solidarios. La solidaridad puede ser democrática y simétrica, cuando se atiene a corresponsabilidades y una cultura compartida de derechos humanos, sociales e individuales, y de la naturaleza. O puede ser filantrópica y asimétrica, donde unos ayudan y otros reciben ayuda sin poder devolver y sin que sea de acuerdo a sus derechos sino a la buena voluntad o conveniencia del donante.
Por lo tanto, las formas solidarias varían y pueden abarcar, en forma usualmente híbrida, comportamientos de agencias del Estado, de empresas de capital o de UD populares y sus extensiones. Ni toda la Economía Popular es solidaria, ni faltan elementos de solidaridad en algunas empresas de capital. Y por otro lado el Estado aplica, o debe aplicar, el principio de redistribución de quienes más tienen a los que menos tienen, particularmente a través de un sistema fiscal progresivo y de la provisión de bienes públicos gratuitos o subsidiados.


4. Economía Social y Solidaria
Es el conjunto de recursos y actividades, y de instituciones y organizaciones que reglan, según principios de solidaridad (aplicados en varios niveles de relación) y autoridad legítima, la apropiación y disposición de recursos en la realización de actividades de producción, distribución, circulación, financiamiento y consumo digno y responsable, cuyo sentido no es el lucro sin límites sino la resolución de las necesidades de los trabajadores, sus familias y comunidades, y de la naturaleza. Su denominación como “social” indica que sus objetivos incluyen no sólo la producción y consumo o venta de bienes y servicios (“economía” a secas) sino la humanización de las relaciones sociales.
En otros términos, la Economía Social y Solidaria es el sistema económico en proceso de transformación progresiva que organiza los procesos de producción, distribución, circulación y consumo de bienes y servicios, de tal manera que estén aseguradas las bases materiales y relaciones sociales y con la naturaleza propias del Buen Vivir o del Vivir Bien.
Incluye:

- Los trabajadores de comunidades o los trabajadores libremente asociados.

- El Estado en sus funciones de redistribución (fisco, producción de bienes públicos), de dirección y coordinación económica o de regulación del principio de mercado.

- Segmentos de las organizaciones privadas con fines de lucro que realizan actividades de filantropía.

Éstos actúan dentro del marco de relaciones sociales solidarias intra e inter organizaciones, todos ellos tensionados por un proyecto de control social de la economía y de transformación de la sociedad de mercado en una sociedad solidaria con mercado.
En el mismo modo que la conformación de la economía mixta, el sector de Economía Solidaria, en cada país o contexto particular, se compone así de la agregación de los segmentos solidarios de esos tres subsectores: popular solidaria, pública solidaria, empresarial solidaria. Será un subsistema de la economía cuando se articule e integre con proyectos meso económicos a su vez articulados entre sí.
Existe asimismo un conjunto de organizaciones no gubernamentales, usualmente denominados “Tercer Sector”, cuyos fines no son el lucro ni la acción estatal, y cuyo sentido económico puede ser determinado a través del análisis pormenorizado de génesis y prácticas particulares, para ser así ubicados en algunos de los sectores o subsectores de la economía mixta. En particular, y a los fines de este relevamiento buscaremos identificar Entidades de Apoyo a la Economía Popular y Solidaria que prestan servicios de capacitación, formación, financiamiento, entre otros, a los emprendimientos familiares de la Economía
Popular y a las organizaciones socioeconómicas asociativas de la Economía Popular Solidaria. Tales organizaciones pueden estar vinculadas estratégicamente al sector empresarial capitalista, o al Estado, o a organizaciones populares comunitarias o asociativas, o a alianzas entre algunos de esos sectores.

5. Economía Popular Solidaria
La Economía Popular Solidaria es el conjunto de recursos, capacidades y actividades, y de instituciones que reglan, según principios de solidaridad, la apropiación y disposición de esos recursos en la realización de actividades de producción, distribución, circulación, financiamiento y consumo organizadas por los trabajadores y sus familias, mediante formas comunitarias o asociativas autogestionarias.
La EPS, entrecruzamiento tanto de la Economía Popular como del sector de Economía Solidaria, constituye una articulación de actores y recursos de la economía mixta (empresarial capitalista, pública y popular) en el que prima la racionalidad reproductiva a fin de asegurar corresponsablemente el sustento de todos los miembros de una sociedad.11 Una característica distintiva es la asociación libre o la preexistencia de comunidades, es decir un nivel secundario de solidaridad que excede al del grupo doméstico. En consecuencia, ni emprendimientos individuales ni familiares se incluyen en esta definición, a menos que estén asociados solidariamente con otros similares, por ejemplo: una red de abastecimiento conjunto de hogares o una de comercialización de pequeños productores. Los emprendimientos de la EPS pueden estar constituidos legalmente según las normas jurídicas vigentes, o bien ser informales para dichas leyes. Resumiendo, algunas de sus características son:

- Asociatividad: las unidades económicas son organizaciones colectivas que vinculan a más de una unidad doméstica.

- Pueden asumir diferentes formas jurídicas o no estar constituidas legalmente.

- Realizan actividades económicas de producción de bienes o prestación de servicios para el intercambio en el mercado o en redes de comercio justo. Muchas de ellas realizan las actividades en forma complementaria para uso o consumo final propio y/o de la comunidad a la que pertenecen.

- Su objetivo final es la resolución de necesidades propias o de la comunidad a la que pertenece, promoviendo el buen vivir de las personas involucradas, lo que es inseparable del respeto a la naturaleza y sus ciclos de regeneración.
- Simetría: sus integrantes mantienen relaciones horizontales y no establecen jerarquías entre patrones y empleados, ni entre propietarios y no propietarios.

- Cooperación: sus integrantes autogestionan y auto-organizan el trabajo, compartiendo responsabilidades y acordando algún tipo de división de tareas.

- Participación: la organización contempla distintos grados de participación en la división del trabajo, en la reinversión consensuada o la redistribución interna de excedentes si los hubiera, en la información y toma de decisiones y en la propiedad.

El sector de la Economía Popular Solidaria (EPS) está integrado por organizaciones socioeconómicas asociativas y sus formas de integración, que están orientadas a actividades productivas, comercializadoras, financieras, de abastecimiento y consumo, y de desarrollo tecnológico.
Dentro de las organizaciones socioeconómicas asociativas se encuentran:
- Entidades asociativas de productores, consumidores o usuarios de servicios que se agrupan para gestionar conjuntamente recursos, desarrollar procesos de trabajo conjunto en la producción de bienes o servicios transables para el mercado, abastecerse de insumos, comercializar u obtener financiamiento juntos, y otras actividades funcionales para la producción y venta de bienes y servicios.
- Sector financiero popular y solidario: Cooperativas de Ahorro y Crédito, Cajas de Ahorro, Cajas y Bancos Comunales, Mutualistas, dedicadas a la captación de ahorros y otorgamiento de préstamos sin fines de lucro.
Las organizaciones de integración, conformadas a partir de la asociación formal o informal de múltiples organizaciones socioeconómicas, para la representación y el servicio colectivo, comprenden:

- Entidades de representación: uniones, federaciones, confederaciones, asociaciones de segundo grado, dedicadas a la interlocución política y, eventualmente, a la provisión de servicios a sus asociados.

- Redes de intercambios diversos: de consumidores, de información sobre oportunidades de venta, de información sobre precios de compra de medios de vida, etc.








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miércoles, 12 de agosto de 2015

Bioeconomía, el nuevo paradigma de la producción (La Nación, 17/05/2015)

A continuación, una nota de Sebastián Campanario en La Nación acerca de este nuevo campo de la Economía, que implica una forma radicalmente diferente de abordar el estudio de formas de producción, basado en el conocimiento.

"Aunque como tema se puso de moda en la última década, los verdaderos orígenes de la "bioeconomía" se remontan a un tiempo más atrás. Más precisamente, a hace algo menos de dos millones de años, cuando el ser humano (o lo que, en términos evolutivos, devendría en el hombre tal cual lo conocemos hoy en día) comenzó a dominar el fuego. Según el antropólogo inglés Richard Wrangham, fue en esa época cuando se produjo una bisagra: las comidas cocinadas aumentaron la cantidad de energía que se obtenía de los alimentos (y permitieron digerirlas con menor esfuerzo), lo que en el camino evolutivo redundó en cerebros más grandes y sofisticados.
La hipótesis se cuenta en el libro La captura del fuego: cómo cocinar nos hizo humanos, y muchos de los colegas de Wrangham no la aceptan: datan al dominio del fuego en una fecha mucho más cercana. El economista argentino Guillermo Anlló, investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA, apeló a esta discusión para introducir el tema de la bioeconomía en el blog Alquimias económicas, que comparte con otros académicos de la universidad estatal. "Así como nuestra evolución se encuentra indisolublemente atada a la domesticación de los alimentos, hoy la biotecnología está marcando nada menos que nuestro futuro evolutivo", cuenta a la nacion.
Como campo aún en formación, la bioeconomía es un terreno de batalla hasta en lo que hace a su propia definición. Hay grandes intereses geopolíticos de fondo. Mientras que en los Estados Unidos se la trata casi como un sinónimo de la biotecnología, en Europa es casi una mala palabra, por la guerra que lleva adelante la Unión Europea contra los cultivos transgénicos, que lideran Monsanto y otras empresas. "Allí, sin embargo, hay conciencia de que es una agenda de enorme trascendencia, por todo el dilema que tienen con el futuro de los trabajadores agrícolas, la sustentabilidad y la contaminación", marca Anlló.
"La realidad es que cada definición está sesgada por los intereses del organismo de estudios que la propone", explica Cristian Desmarchelier, biólogo y doctor de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, e investigador del Conicet. "Pero podríamos decir que la bioeconomía es la economía basada en la aplicación de conocimientos científicos a la producción sustentable de productos y servicios derivados de la transformación de la biodiversidad", dice el biólogo, en una definición parecida a la que propuso en 2014 el Ministerio de Ciencia de la Nación, donde Desmarchelier es evaluador de proyectos. Estos conocimientos, en un sentido amplio, incluyen aportes de la biotecnología, la nanotecnología y la informática.
"Necesitamos varios planetas para producir lo que demandará la sociedad de consumo en los próximos años, esto es una realidad", dice Jorge "Yoyo" Riva, emprendedor social y especialista en sustentabilidad. Somos algo más de 7000 millones de personas, seremos 9000 millones en 2030 y unos 12.000 millones antes de cambiar de siglo. En un par de décadas, China y la India dejarán de ser protagonistas del motor demográfico y le dejarán este lugar a un gran crecimiento de la población africana. La alusión clásica de la economía como "ciencia que estudia la escasez de recursos" vuelve a ser más válida que nunca, dice Anlló. Además de la catástrofe medioambiental que ello conlleva (esta semana, el semanario británico The Economist tituló que la contaminación ya es al cambio climático lo que el tabaco al cáncer).
América latina, y la Argentina en particular, podrían jugar un papel muy relevante en esta nueva agenda con centro en la bioeconomía, argumenta Lorenzo Basso, experto en bioeconomía y presidente de Ubatec, una sociedad mixta entre la UBA, la UIA, el Gcaba y la CGI, que administra y provee fondos para emprendedores. Para 2050 hay proyecciones que indican que América latina proveerá la mitad de los alimentos del planeta. Para la FAO, la expansión en la producción de alimentos vendrá de una mayor productividad, y sólo un 10% de la expansión de la frontera agrícola.
Según un estudio hecho por los economistas Anlló y Roberto Bisang, la Argentina cuenta con 178 empresas de biotecnología, un número elevado en relación con su PBI (Brasil tiene 237, por ejemplo), además de excelentes recursos humanos en la biología. Algunas de estas firmas son jugadores de primera línea a nivel global, pero aún no forman masa crítica. Bisang hace un paralelismo con los argentinos en la NBA: hay algunos destacados (Ginóbili, Delfino, Scola), pero no alcanzan para formar un equipo entero.
"Lo que plantea la bioeconomía es un verdadero cambio estructural del paradigma productivo, casi una cuestión filosófica. Para desarrollar una bioeconomía sustentable, los procesos deben plantearse en primera instancia a partir del conocimiento de los sistemas biológicos, para luego desarrollar los sistemas productivos sobre la base de esos conocimientos. Pensar "desde el sistema biológico hacia los estados financieros", dice Desmarchelier. Y agrega: "Si la economía del siglo XX se caracterizó por el uso intensivo de los recursos naturales, en este siglo la bioeconomía se vuelca al conocimiento como impulsor de nuevas matrices productivas. Nos referimos al agotamiento e inicio de una transición a otro sistema tecnoeconómico, a un reposicionamiento de enfoque, a una reformulación del sistema económico. De afianzarse este paradigma, quizá nos encontremos enfrentandos a una suerte de segunda Revolución Industrial: la Revolución Industrial del siglo XXI. La Revolución de la Bioeconomía."
Cualquier camino que se elija requerirá trabajo en equipo entre privados, Estado y academia. Retomando la analogía de Bisang sobre la NBA, tres semanas atrás se disparó un debate en Alemania, donde por temas de piratería no funciona el Wi-Fi en la vía pública. Quienes quieren liberar Internet argumentan que el país está perdiendo el tren de la revolución de la economía colaborativa y de la cooperación, cuenta Darío Laufer, creativo digital. Para apoyar esta idea, se recurrió al Mundial de Brasil, donde un equipo con individualidades de menor calidad técnica (Alemania) derrotó a uno de jugadores más talentosos, pero de peor dinámica grupal (la Argentina). En el fútbol (y en el básquet en este caso) a veces está todo."

sábado, 1 de agosto de 2015

COSTOS SOCIALES

Los Costos Sociales
Otra clasificación de costos: costos sociales y costos privados
Este es un concepto macroeconómico. Consiste en el beneficio que deja de percibir la sociedad o el gravamen que ella sufre por la ejecución de una determinada actividad económica proveniente del Estado o de los particulares.
El costo social causado por la actividad productiva realizada por un agente económico privado difiere sustancialmente del costo privado que él soporta a causa de esa misma actividad. En el primer caso es la sociedad la que sufre el impacto negativo de ella en tanto que en el segundo lo es el propio agente económico privado, en su esfera patrimonial. De modo que la misma actividad económica puede generar un costo social al propio tiempo que un beneficio individual.
El costo social no está equitativamente distribuido en la colectividad. Son los sectores más desafortunados los que usualmente soportan el mayor peso de él.
En términos objetivos, no hay duda de que el costo social es el sacrificio humano y económico que tiene que sufrir la población más pobre de un país por las medidas de ajuste tomadas por su gobierno y por ciertas actividades de producción, distribución y consumo de los agentes económicos particulares, ya que generalmente el peso de la aplicación de tales medidas y de la ejecución de esas actividades recaen desproporcionadamente sobre los sectores sociales indigentes.
Pero no solamente es ese costo, susceptible de ser medido en términos monetarios. En el mundo contemporáneo uno de los más altos costos sociales es el de la degradación del medio ambiente a causa de las faenas económicas. Aunque aún los recursos de la naturaleza no se consideran como activos productivos, no obstante que un país puede encaminarse a la bancarrota por el deterioro de ellos, es evidente que su disminución o extinción representa un costo social elevadísimo. Sin embargo los costes ambientales son ignorados. El >producto interno bruto no toma en cuenta la depreciación de los activos naturales ni los indicadores económicos convencionales registran la disminución del capital “natural” cuando esos recursos decrecen o se destruyen. Y hasta se llega a la paradoja de contabilizar como “crecimiento económico” la destrucción de los bienes del medio ambiente, dado que el incremento de la cuenta corriente, a causa de la industrialización y comercialización de ellos, no tiene la contrapartida del decrecimiento en la cuenta de capital, por su extinción.
A pesar de que los recursos del medio ambiente no son fáciles de contabilizar, porque son bienes que no tienen asignado un “precio” en el mercado y algunos de los cuales son incluso intangibles, es menester incorporar el valor del medio ambiente a las cuentas nacionales. Hay que poner un precio al agotamiento de los recursos naturales, a la destrucción de los bosques, a la contaminación del aire y del agua, en suma, al deterioro del medio ambiente. Alguien tiene que pagar por ello. La fórmula quien contamina paga, aplicada por algunos países miembros de la OCDE, debe ser perfeccionada y puesta en vigencia de modo general.
Concomitantemente es conveniente establecer incentivos directos a favor de quienes reducen el impacto negativo de sus actividades productivas sobre el medio ambiente, manejan adecuadamente los bienes de la naturaleza, reforestan los campos, racionalizan la pesca y toman otras precauciones ambientales.

            Podríamos decir entonces que esta otra clasificación de costos sería:
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Por su relación con el contexto
  • Costos privados: son los costos que enfrenta una empresa por su producción y que son incurridos únicamente por el productor.
  • Costos sociales: El costo social es la suma de los costos privados más los costos externos, que tiene que ver con el impacto de esta producción en la sociedad. El costo externo es el costo que la producción le genera a otros que no son el productor. Por ejemplo, una empresa que contamina el aire, genera un costo para las demás personas que respiran ese aire.
Los costos sociales se refieren a lo que la sociedad debe pagar por mantener funcionando las empresas. Los siguentes ejemplos ilustran la importancia de comparar los beneficios que trae la actividad económica con los costos sociales que ésta genera.
Costos privados (empresariales)
Costos sociales
Producción de armamento
Escasez de alimentos, medicinas y otros bienes importantes socialmente
Producción de bienes agrícolas de primera calidad para exportación
Falta de productos básicos y de calidad en el mercado interno.
Producción de refrescos embotellados
Insuficiente abastecimiento de agua potable para la población
Producción de alimentos "chatarra"
Encarecimiento de productos básicos y cambios en los hábitos de consumo.
Producción agrícola
Uso de pesticidas que provocan problemas de salud en personas y animales.
Producción de cemento
Contaminación del aire en los alrededores.
Fuente: Méndez Morales. Economía y empresa.
¿Qué sucede cuando una persona adquiere un automóvil que emite gran cantidad de gases? Es evidente que la adquisición de este auto no generará sólo un costo para la persona que lo está comprando, sino que esos gases generarán un costo para otras personas, porque va a generar una contaminación extra que causará posibles problemas o enfermedades a los demás habitantes. Por el contrario si una compañía decide comprar un terreno y dedicarse al negocio de la reforestación de ciertos árboles, las personas que viven cerca de este lugar van a beneficiarse no sólo porque el aire va a estar más puro sino también porque embellecerá la zona. A estos efectos extras se les conoce como externalidades y en el siguiente tema se explicará su papel en la sociedad.

Se puede decir que una externalidad es un costo o beneficio que surge de la producción y recae en algún otro que no es el productor, o un costo o beneficio que surge del consumo y recae en algún otro que no es el consumidor.
Una externalidad negativa impone un costo y una externalidad positiva crea un beneficio.
Hay cuatro posibles tipos de externalidades:
  • Externalidades negativas en la producción: Las externalidades negativas en la producción son muy comunes. Algunos ejemplos son el ruido de aviones y camiones, ríos y lagos contaminados, la destrucción del hábitat de los animales, y la contaminación en el aire en las grandes ciudades.
  • Externalidades positivas en la producción: Las externalidades positivas en la producción son menos comunes que las externalidades negativas. Dos ejemplos son la producción de miel y de frutas.
  • Externalidades negativas en el consumo: Las externalidades negativas en el consumo son parte de nuestro diario vivir. El fumado en área reducidas expone la salud de los demás a un riesgo; las fiestas ruidosas o los autos ruidosos molestan a los demás.
  • Externalidades positivas en el consumo: Externalidades positivas en el consumo también son comunes. Cuando usted se vacuna contra la gripe, todos los demás con quienes usted se relaciona obtienen beneficios, o también cuando el propietario de un edificio histórico lo restaura, todos los demás disfrutan al observarlo. Otro caso importante es el de la educación y el conocimiento.

Generación del costo social en la economía actual
La actividad económica es una componente básica del conjunto de actividades humanas, junto a las actividades socioculturales y la actividad política. El propósito fundamental de la actividad económica es satisfacer las necesidades básicas de la comunidad, tales como alimentación, vivienda, salud, educación y cultura, y aumentar en lo posible el bienestar humano. La Ciencia Económica debería tener como fin ayudar a la sociedad en la consecución de estos objetivos, formulando propuestas que sirvan para crear, distribuir y consumir racionalmente la riqueza. Su utilidad se basa en dos supuestos: la escasez de recursos y la competición entre la asignación de recursos. Por ello, toda propuesta económica va emparejada, en última instancia, de una decisión política, en la que se han de tener en cuenta, entre otras, las componentes ética y social. El economicismo es una forma de pensamiento, basada en la creencia de que la Teoría económica puede por sí sola solucionar los problemas económicos en sentido amplio, al margen de decisiones políticas y consideraciones éticosociales. Se presenta como una teoría objetiva, libre de juicios de valor, y que debemos aceptar necesariamente. Sin embargo, es imposible eliminar los juicios de valor en economía, pues siendo el objetivo último de ésta aumentar el bienestar humano, es éste un concepto resbaladizo que incluye factores, como la salud, la calidad ambiental, la satisfacción personal, familiar y comunitaria, etc., difíciles de valorar económicamente. La economía solidaria asume que toda propuesta económica debe tener en cuenta consideraciones éticas, sociales y medioambientales y que debe, por tanto, decidirse políticamente, es decir de acuerdo con los valores y reglas de la comunidad.
En el modelo económico capitalista, la distribución de la riqueza se lleva a cabo de manera "natural" en el llamado mercado libre. El mercado es el "lugar" al que cada individuo acude a intercambiar "libremente" sus bienes con el fin de conseguir lo necesario para satisfacer sus necesidades. Ahora bien, los bienes que considera el mercado capitalista son los que se derivan de los tres factores siguientes: la tierra, que incluye la energía, los minerales y todos los demás recursos naturales; el capital, que incluye, además del capital financiero, las máquinas y la infraestructura tecnológica; y el trabajo, el esfuerzo humano que se suma a la producción y le da valor añadido. La combinación de estos tres factores produce una riqueza, en forma de productos y servicios, que en teoría se distribuye entre todos los participantes en el juego del mercado: los trabajadores "venden" su mano de obra a cambio del salario, los propietarios ponen a disposición sus tierras y recursos a cambio de una renta, los banqueros prestan dinero a cambio de intereses y los empresarios ponen su capital para obtener beneficios. Todo muy bonito. El problema es que este supuesto "reparto natural" no es en absoluto justo, primero porque muchas personas en todo el mundo ni siquiera entran en el mercado, al no poder ofrecer ni un trabajo cualificado; segundo, porque beneficia descaradamente a los propietarios del capital (capitalistas) en detrimento de los trabajadores; tercero y fundamental, porque no se cuestiona la nula legitimidad de la propiedad actual, consecuencia de un proceso histórico de expoliación que ha conducido a una situación en la que la mayoría del capital se concentra en manos de unas pocas personas, mientras que la mayoría sólo dispone de su trabajo. El Estado, tan denostado por los partidarios del mercado libre, avala esta situación, al reconocer y asegurar los derechos de propiedad (aunque sus orígenes sean oscuros o se haga un mal uso de ella), al obligar a que se cumplan los contratos que se establecen en el mercado (aunque sean injustos) y al intervenir en favor del capital en caso de deficiencias en el mercado, y siempre en perjuicio del trabajo. En el Capitalismo, la riqueza tiende a concentrarse cada vez más en menos manos, dejando sin nada a un número creciente de personas de todo el mundo: son los “desposeídos” del capital, todos aquellos grupos humanos que conseguían salir adelante practicando una economía simple basada en recursos locales y que en los últimos años han sido desposeídos de dichos recursos utilizando métodos de dudosa legalidad. Es el caso de los pueblos indígenas de todo el mundo, pero también es el caso de pequeñas comunidades rurales de numerosos países industrializados, cuyos miembros han acabado engrosando los suburbios marginales de las grandes ciudades industriales. El modelo económico capitalista se asienta en una ética utilitarista, según la cual sólo cabe esperar el bienestar común como resultado inesperado de la búsqueda del bienestar propio que egoístamente emprende cada individuo aisladamente. Este principio tiene como consecuencia que los participantes en el sistema económico den más importancia a la obtención de ganancias propias que al aumento del bienestar de la comunidad y, en general, del bienestar de toda la humanidad, desvirtuando así el auténtico propósito de la economía. La búsqueda creciente de ganancias tiene consecuencias muy desastrosas en todos los niveles del ciclo económico: en la producción, en el comercio y en el consumo. En el nivel productivo, los efectos negativos tienen que ver principalmente con la degradación medioambiental (agotamiento de recursos, residuos tóxicos, etc.), con la explotación humana (pésimas condiciones de trabajo, discriminación por sexo, origen, etc.) y con el excesivo desarrollo tecnológico (problemas éticos de algunas tecnologías como la ingeniería genética, aumento del desempleo, etc.). Normalmente, estos efectos negativos de la producción no se contabilizan a la hora de poner el precio de los productos y servicios ofrecidos, lo que proporciona una mayor ganancia a los capitalistas, que no incluyen en sus gastos los costes externos de su actividad (externalidades), teniendo que ser asumidos por la sociedad en su conjunto. En el nivel comercial, el modelo de libre comercio impuesto por el neoliberalismo legitima la explotación por parte de los países desarrollados de los países pobres sin recursos tecnológicos, perpetuando así una situación de desigualdad en la que unos pocos concentran en sus manos una gran riqueza, mientras que la gran mayoría están irremediablemente condenados a la pobreza. Los grandes beneficiados de este modelo comercial son las empresas multinacionales y los grandes grupos financieros que acumulan más poder que los propios gobiernos. El mito del libre comercio ha sido impulsado por los países poderosos a través de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Su finalidad es abrir las economías del Tercer Mundo a los productos y servicios del Norte, a cambio de las materias primas. El intercambio favorece abusivamente al Norte, que establece los precios a su antojo, a la vez que mantiene sumisos a los países del Sur a través de la Deuda. Por último, en el nivel del consumo, el problema es el consumismo creciente e irresponsable, favorecido por la implantación de sofisticadas técnicas de marketing y por el aumento de la publicidad en los medios de comunicación de masas. El aumento del consumo inútil y voluble va parejo del aumento en el uso de recursos, con los consiguientes problemas de agotamiento y de contaminación, pero también va parejo del aumento en la movilidad del trabajo, creando una situación permanente de inestabilidad en los trabajadores. Además, la producción se dirige casi exclusivamente a aquellas capas sociales o regiones geográficas que pueden consumir, dejando en el olvido a una mayoría de población que vive claramente bajo el umbral de la pobreza. El consumo masivo y poco exigente redunda también en una disminución de la calidad del producto consumido, en el empleo de materiales cuyas consecuencias para la salud se desconocen, etc.

Economía Solidaria: una alternativa para la reducción del costo social
La economía solidaria reconoce la importancia de estos problemas y propone, para solucionarlos, el impulso de modelos económicos alternativos al capitalismo, basados en los siguientes principios: — El objetivo fundamental de la economía ha de ser la satisfacción de las necesidades básicas de la comunidad en su totalidad, eliminando por tanto las bolsas de pobreza y de marginación, y aumentando paulatinamente el bienestar de todos. — Todas las actividades económicas que se lleven a cabo con ese objetivo han de ser ecológica y socialmente sostenibles, lo que significa que han de ser: — autóctonas y autónomas, — autosuficientes, reduciendo el intercambio al ámbito local o regional, — igualitarias y no discriminatorias y — sujetas a las decisiones políticas de la comunidad. Es evidente que la instauración de un modelo económico con estas características tiene también importantes requisitos en relación con la estructura política, organizativa y participativa, de una comunidad. Es conveniente que dicha estructura esté fundada en principios de participación igualitaria y democrática y que goce de cierta autonomía. Por otra parte, la eliminación de la pobreza no consiste solamente en permitir que las comunidades o países más pobres satisfagan sus necesidades básicas, supone también reducir las diferencias entre distintos colectivos dentro de una misma sociedad o país y entre las distintas sociedades o países. Estos principios no son incompatibles con el libre mercado (más antiguo que el capitalismo), siempre que éste se limite a la circulación de productos y servicios ofrecidos por empresas solidarias, se excluya la tierra del mercado considerándola como bien colectivo y no incluya el trabajo humano como mercancía en venta.

Lic. Fabián Cid
Compilación de diversos textos sobre Economía Social y Solidaria





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